La importancia de la rutina, del mantenimiento de hábitos regulares en la vida cotidiana adquiere mucha importancia para el mayor y su entorno a medida que la pérdida de capacidades e independencia funcional se va imponiendo en el transcurso del envejecimiento.
Para quién desconfía de su capacidad de respuesta, la relación con el entorno incorpora un requerimiento extra de control y planificación, como forma de recuperación y/o mantenimiento de la autonomía, y la casa aparece como un espacio de control del entorno más factible con apoyo del centro de día.
El espacio doméstico como lugar de relación representa un espacio donde se construye la identidad del sujeto, con una doble relación: la persona ha ido estructurando el espacio a lo largo de su vida; y los objetos y el espacio operan como un anclaje donde el sujeto se preserva y construye, a través de la vivencia de sus objetos y espacios.
El centro de día tiene dos misiones fundamentales respecto a hábitos:
Con el entorno del mayor: Permite que la familia pueda continuar con sus compromisos laborales, estudios o relaciones sociales, mientras la persona mayor está siendo atendida en el propio centro de día en un amplio horario.
Con la persona mayor: La planificación intensa del centro, repleto de actividades estructuradas para el mantenimiento de la salud, ordena la vida del mayor, facilitando su orientación diaria y mejorando, entre otros aspectos, el descanso nocturno.
El hogar es un espacio de control, ya que tiene la marca de la biografía del sujeto. En el hogar y en lo cotidiano, se dirime para las personas mayores su bienestar y felicidad. Esta relación tan íntima entre unos espacios llenos de significado y su identidad, aumenta con la edad, ya que cada vez es más complicado resignificar.
Las personas mayores luchan constantemente por preservar el control sobre lo que se puede realizar sin ayuda. La capacidad de realizar actividades configura la vida, siendo cada tarea delegada terreno perdido. Tener rutina y obligaciones diarias supone tener al individuo conectado con su vida. Uno es lo que hace, de ahí que la actividad está unida a la identidad y su biografía. La distancia entre lo que se desea realizar y se puede realizar, se configura como un indicador esencial.
Resulta evidente la importancia de dar continuidad a los proyectos de vida (hábitos, relaciones, actividad…) entendiendo su carácter progresivo y variable. La responsabilidad se constituye como una fuente de satisfacción. Se trata de poder hacer las cosas que uno quiere como a uno le gusta hacerlas. Y esto alude a la dignidad, esto es, dignidad entendida como la capacidad de decidir libremente y de forma responsable la forma en que un quiere vivir. Independientemente de si una actividad tiene un resultado final exitoso o no, responsabilidad es sinónimo de independencia.
Uno de los momentos cruciales en el mantenimiento de hábitos y rutinas saludables es la jubilación, que conlleva una disminución-pérdida de rol, por lo que se afirma que es un rito de desagregación (cercano a la teoría de desvinculación), se produce una reducción de relaciones sociales, se reducen los contactos interpersonales en cantidad e intensidad, especialmente los relacionados con ámbitos extrafamiliares y con otros grupos de edad. En el núcleo familiar cambian las relaciones conyugales, las relaciones de pareja que necesitan en ocasiones de una reestructuración. Puede suponer una disminución de ingresos económicos, que es uno de los factores más ansiógenos y preocupantes en la situación post retiro. Parece que con la jubilación se da una disminución de la autonomía, del control sobre uno mismo y sobre el ambiente.
La posible disminución de roles sociales podría provocar un repliegue hacia las relaciones familiares y en algunos casos situaciones de soledad y aislamiento. La autoestima puede verse afectada especialmente en las personas para las que el rol profesional es muy importante, lo que puede provocar una verdadera crisis de identidad personal. Las posibles repercusiones en la salud pueden ser un elemento clave en esta sensación de bienestar y satisfacción vital, de manera que la asunción activa de comportamientos y estilos de vida saludables será un buen indicador de calidad de vida.
La realización de actividades con un orden estructurado diario supone un elemento de gratificación importante para las personas que se jubilan, aunque existe un grupo importante de personas que entre los jubilados de hoy en día tienen dificultades para encontrar actividades gratificantes fuera del trabajo.
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